Foto: Ale Meter
¿Por qué elegiste
dedicarte a la escritura?
En
mi caso se trata de vocación pura. No sé si yo elegí esta profesión o ella me
eligió a mí. Empecé a leer desde muy chica. Primero nos leía mi mamá, a mi
hermana y a mí. Después me lancé a la aventura yo sola y descubrí ventanas a
otras realidades en los libros. Dije que quería ser escritora a los seis años y
mis padres me creyeron. Me inscribieron en el taller literario que se daba a
contra turno en la escuela, y después, en la adolescencia, tomé clases de escritura
en el taller de Hebe Solves, que era una gran docente, además de poeta. En su
taller leí por primera vez a Joyce, a Borges, el Kalevala y el poema de
Gilgamesh. Tenía unos 14 años. También empecé a escribir mi primera novela, que
quedó inconclusa. A veces releo esos pocos capítulos que escribí sin disciplina
y creo que ya tienen en potencia algunos elementos que luego aparecieron en la
serie de Samuel Redhead, que es un personaje que inventé y que protagonizó
hasta ahora cuatro novelas histórico policiales y un cuento. Así que, ahí se ve
de qué se trata esto de ser escritor. Por un lado está la vocación. Por el
otro, lo más importante: la disciplina, el esfuerzo, la constancia, el método y
la fuerza de voluntad que hacen de esa vocación una forma de vida.
¿Qué nos podés contar
sobre tu último libro?
Es
la cuarta novela de la serie protagonizada por Samuel Redhead, un médico mitad
español y mitad británico que llega a Buenos Aires en 1805, escapando de las
guerras entre ambos países. Acá le toca vivir las invasiones inglesas. En cada
novela él investiga un misterio policial, por eso se pueden leer por separado
como las historias de Wallander o las de Poirot, aunque si lees la serie en
orden vas conociéndolo a él y viendo sus cambios interiores, un amor que le
surge y evoluciona, la relación con Buenos Aires y su gente, los criollos y los
españoles, los gauchos, los afro, los indios. En esta cuarta novela se agrega,
además, el elemento fantástico. Se llama “Almas en Pena”, salió a la venta en
octubre de 2017 por SUMA de Letras y es muy especial en varios aspectos. El
primero tiene que ver con el modo en que se posicionan los narradores (que son
dos). Se cuenta la segunda invasión inglesa desde Córdoba y no desde Buenos
Aires, porque Redhead viaja a esa localidad para auxiliar a su hermanastro, que
vino con los invasores y está prisionero en Alta Gracia. La otra particularidad
tiene que ver con que hay espíritus que interactúan con los vivos. Y hay una
historia del pasado de Redhead en Escocia que va a entrecruzarse con el
presente de la trama. Hay una serie de asesinatos, por supuesto, y las mujeres,
tanto en Buenos Aires (Clara y Elisa, que son la prometida y la hermana de
Redhead) como en Córdoba (con nuevos personajes femeninos que tienen mucho que
ver con algunas lectoras inquietas que conocí en mis viajes) toman
protagonismo.
¿Con qué personaje de
ficción te identificás?
Con
Redhead, desde ya, en varias cosas. Él tiene mucho de mí, aunque también algo
de una persona real que existió en la época de mis novelas: el médico de Manuel
Belgrano, Joseph Redhead, a quien le copié el apellido y algunas
características como la profesión y el pelo rojo. También tiene algo del
personaje de Sherlock Holmes (la parte escocesa de Redhead es un homenaje a su autor,
Arthur Conan Doyle).
Comparto
con Redhead la perplejidad ante el cambio constante de las épocas en que
vivimos; la furia que le producen la corrupción y la injusticia; su ansia de saber,
de conocer y de entender. Comparto un poco el buen y el mal humor que le suscitan
todas esas cosas. Y muchos de sus códigos: la lealtad, el apego a la palabra
empeñada, la escasa vida social, el gusto por los libros, los viajes y las
bibliotecas, los animales, la intimidad. ¡Hasta toco un poco el violín! Aunque
él lo hace mejor que yo.
¿Qué autores nos
recomendás?
Leo
de todo. No tengo prejuicios y encima estudié Letras, así que me he pasado la
vida leyendo (y por eso tengo una miopía alarmante). Es difícil recomendar algo
que no resulte arbitrario y subjetivo. Pero si no me queda opción, ante todo
recomiendo a los clásicos, desde Homero hasta Joyce, pasando por Cervantes, Balzac,
Flaubert y Stendhal, Dickens, Shakespeare, Austen, las Brönte, Gogol,
Dostoyevski, Pushkin, Dante, Boccaccio, y un larguísimo etcétera. Recomiendo a
Dumas y al gran Julio Verne, a Simone de Beauvoir, Max Frisch, Flannery
O´Connor y André Gide. De mis lecturas de vida, recomiendo a Albert Camus, que
además de escribir divinamente imprimió en sus obras un sentido de la rectitud
y de la justicia sin igual; a Conan Doyle, por supuesto, no sólo las historias
de Holmes sino sus otros libros, en especial las novelas de profesor
Challenger, aunque también sus novelas históricas y sus cuentos de terror. En la
línea realista, a Benito Pérez Galdós, un gran autor español. A nuestras
autoras del siglo XIX, en especial, Juana Manuela Gorriti y Eduarda Mansilla.
Toda nuestra literatura, en general, Sarmiento, Hernández, Arlt, Borges, las
Ocampo, en particular Silvina, Norah Lange… Y de los autores actuales, me gusta
mucho lo que escriben Selva Almada, Samanta Schweblin, Pedro Mairal y Gabriela
Cabezón Cámara, aunque podría mencionar a muchos otros colegas que admiro, cada
uno en su género. Me gustan mucho las obras de Pedro Orgambide, Julio Cortázar
y Tomás Eloy Martínez. La literatura argentina es formidable. Ni hablar de la
llamada “literatura de género”, que abarca desde las aventuras hasta el
policial, pasando por el romance y la novela histórica (que es un poco lo que
yo vengo haciendo). La lista sería interminable así que sólo te doy un nombre,
en lo que atañe a la novela histórica argentina: Cristina Bajo. Si no leíste
sus libros, no dejes de hacerlo porque es una autora ineludible. Por último,
una literatura que siempre me movilizó y me encanta leer es la de viajes; los
relatos de viajeros. En especial los de otros tiempos. Hay muchos libros
escritos por viajeros que recorrieron nuestra tierra en los siglos pasados.
Desde Darwin hasta Chatwin, recomiendo todo. Hay un autor en particular, cuya obra
estoy releyendo, que no es estrictamente un viajero pero está en sintonía con
ese tipo de escritura, aunque vivió en el lugar que describe: Lucas Bridges,
autor de “El último confín de la Tierra”. Y mi preferido: “Cinco años en Buenos
Aires”, escrito entre 1820 y 1825 por un inglés anónimo que algunos dicen se
apellidaba Love.