lunes, 26 de febrero de 2018

Preguntas a Mariano Quirós


¿Por qué elegiste dedicarte a la escritura?

Porque era —y soy— muy feliz leyendo. Y alguna vez pensé que con la escritura podría reproducir aquella felicidad. 

¿Qué nos podés contar sobre tu último libro?

Se llama Una casa junto al Tragadero. Salió hace un par de meses: Y la culpa fue de mi amigo el artista Luciano Acosta, que se tuvo que mudar de Resistencia a Colonia Benítez, un pueblo chaqueño pegado al río Tragadero, y aunque Benítez está bien cerca de Resistencia, a Luciano lo llenaba de angustia vivir en un lugar donde el único ruido que se escucha es de la naturaleza. Entonces quiso trasladarme parte de su angustia y me sugirió que escribiera algo a partir del nombre del río: Tragadero. Y me inventó una historia que nunca quise saber si es verdad o pura imaginación suya: que el Tragadero se llama así porque es un río que traga cosas, traga el ganado, se traga a las personas, y en alguna época, peón que perdía una vaca en el Tragadero, peón que la pagaba hundiéndose en el río... o quedaba enloquecido, perdido en ese monte áspero y bello que tiene el Chaco. “Una casa junto al Tragadero” es la historia del Mudo, un hombre que por algún motivo se manda a vivir a ese monte, ocupa una casa y tiene que aprender a vivir en esa aspereza, entre animales y personas que no le dan otra cosa más que miedo. Como el almacenero Insúa, que le enseña a cazar monos. O como Soria, que lo siente como un invasor y cada vez que puede lo denuncia con la Fundación Vida Silvestre, que no son más que unos muchachos que persiguen al Mudo para que deje de cazar monos. Cuando los muchachos de la fundación se ponen pesados, el monte se vuelve aún más siniestro y todo se retuerce...

¿Con qué personaje de ficción te identificás?

Con Holden Caulfield, como todo el mundo. 

¿Qué autores nos recomendás?

Un montón, pero me quedo con los amigos: Miguel Ángel Molfino, Orlando Van Bredam, Alejandra Zina, Matías Aldaz, Valeria Groisman, María Lobo, Francisco Bitar, Germán Parmetler y más, muchísimos más.

jueves, 22 de febrero de 2018

Preguntas a Corina Vanda Materazzi



¿Por qué elegiste dedicarte a la escritura?

Lo hago desde muy chica y en ese entonces fue por aburrimiento. Yo vivía en el conurbano bonaerense y durante el invierno el frío era frío extremo ―no como ahora―, y las pocas horas de luz  reducían las horas  de bicicleta y los juegos en la calle, así que me quedaba adentro de mi casa y escribía obras de teatro para que mis hermanos y yo representáramos los fines de semana cuando venían mis abuelos, tíos y amigos de mis viejos. Al principio fueron un verdadero bodrio, me di cuenta cuando todos empezaron a aplaudir antes del final y en donde nada espectacular pasaba. Después logré corregir un poco estos intentos  y mezclaba lo que leía en la semana tratando de incorporar alguna versión a los cuentos populares o incluso la intromisión de personajes de un cuento en otro. Recuerdo uno de ellos en donde Blancanieves fue despertada por el beso del lobo de Caperucita.
En la actualidad a casi más de cuarenta años de esos intentos bochornosos y dignos de ser olvidados, la escritura es algo que me sigue rescatando del fastidio de la rutina y me permite pensar en otro mundo paralelo donde me siento completamente libre. La escritura, sin duda para mí es un territorio que funciona como un arenero, me permite seguir jugando y experimentando, sobre todo conmigo misma. Allí las palabras me resultan un material muy dúctil que uno puede ir corrigiendo y moldeando, es como pintar con óleo.

¿Qué nos podés contar sobre tu último libro?

Voz en off es un libro que edité con Peces de Ciudad en mayo del año pasado. Son 18 cuentos en donde hay una voz, a veces irónica otras cruel y en algún caso inocente, que en cada historia nos hace pensar acerca de los murmullos internos  muy a menudo inconfesables en situaciones habituales de la vida real. Esas voces al principio pueden resonar en algunos personajes como un huésped extraño o un intruso mal recibido pero en otros se revelan sin vergüenzas  como el ADN que mejor los define. Frente  a estas dos opciones y sus instancias intermedias posibles, ninguno de los personajes podrá deshacerse de ellas. A algunos de los protagonistas de las historias, estas voces les recordarán el talón aunque no sean Aquiles y otras serán un hilo que los rescate de algún Minotauro.

¿Con qué personaje de ficción te identificas?

Es difícil contestar eso. No podría identificarme con algún personaje exacto, quizás lo más cercano que ahora se me ocurre es la mujer que aparece en un poema de Gioconda Belli  No me arrepiento de nada
“Desde la mujer que soy,
a veces me da por contemplar
aquellas que pude haber sido;” (…)


¿Qué autores nos recomendás?

Estoy teniendo una época de lectura que se focaliza en autores emergentes incluso escritores que todavía solo han publicado en antologías y no tienen libro propio. Me entusiasma porque es como animarse a tener “una aventura” y eso es excitante, incluso en la literatura.
Hay autores que sé que no voy a poder parar de leerlos si tengo en mano algunos de sus libros porque me gustan muchísimo y suelo intercalarlos con escritores “nuevos”.
De estos últimos meses te puedo contar el variadito  que leí y recomiendo.
Cadáver exqusito de Agustina Bazterrica, Los que duermen en el Polvo de Horacio Convertini, El juego del revés de Antonio Tabucchi, República luminosa de Andrés Barba, Terrible accidente del alma de Guillermo Saccomano, Manual para mujeres de la limpieza de Lucía Berlin, Mr.Vértigo de Paul Auster, Matilde debe morir de Cristian Acevedo, El salto de papá de Martín Sivak.
Recomiendo arriesgarse, a leer autores editados por editoriales independientes que son un deleite imperdible: Pamela Prina, Celina Abud, Inés Keplak, Victoria Mora, Lucas Gelfo, Marcelo Rubio, Marcos Tabossi, Diego Rotondo, Bea Lunazzi, entre muchos que leí estos meses.
Hay otros autores que pueden leer en las redes en formato digital gratuito y cuya lectura es muy disfrutable y altamente recomendables como: Marcelo Filzmoser, Miguel Angel Silva, María Staudenmann, Floreana Alonso, Fabiana Duarte entre tantos que recientemente he leído fortuitamente navegando por internet.



lunes, 19 de febrero de 2018

Preguntas a Luis Mey



¿Por qué elegiste dedicarte a la escritura?

Ojalá hubiese tenido el poder de elegir. La combatí y la combato. Pasé por no sé cuántas carreras, pero nada. Me persigue. Es lo único que la parte oscura de mi cabeza quiere para su vida cotidiana. Me habla, me susurra cuando voy por la calle. Y una cosa son los libros que fui sacando, pero otra es la escritura en cuanto soporte aparezca: ojalá fuera solamente en la hoja. No puedo vivir tan tranquilo sabiendo que aparece una voz todo el tiempo, una que escucho, una que escucho y modifico, una que invento y le pongo cara, una que viene de antes, una que espero. Ahora, si nos ajustamos a la pregunta, te digo que porque nadie, en mi barrio, se hubiese dedicado jamás a la escritura. Eso fue importante: hacer algo que los otros no. Porque hay algo que el lado oscuro de la cabeza me dicta con mucha más fuerza: llevar la contra, por deporte, por divertimento, por principios.

¿Qué nos podés contar sobre tu último libro?

Los pájaros de la tristeza es ese texto que esperé toda la vida, esa voz, en realidad, que me tomó, por fin, cada parte de mi cuerpo. Pensé, claro, cuando ya tuve la voz, que si a mí tanto me gustaba la voz de los niños, por qué no usar la hipérbole en ello, gran herramienta de todos los escritores. Y, simplificando la idea de la hipérbole, es decir, tomándola como exageración, dije: un niño, principalmente, carece del lenguaje de los adultos. Tiene que decir las cosas como puede, con las herramientas del día. Qué pasaría si, encima, ese niño tiene un retraso. Y qué pasaría, mejor, si tiene un talento extrañísimo –en este caso, la gomera, casi sobrenatural, porque donde pone el ojo pone la piedra– con el cual presentar batalla a los adultos. Casi todo eso se pone en juego para que dos hermanos, Jaime y Manuel, busquen a su padre por las “oficinas”, como ellos llaman a los bares de la zona. Lo importante, dentro de lo turbio y humorístico, es lo que pasa todo el tiempo por debajo. Fue, lo juro, la única novela que terminé y lloré. Y lloré un rato. No pasa un día sin que el lector me cuente por qué.

¿Con qué personaje de ficción te identificás?

Con Arturo Bandini, el héroe de las novelas de John Fante, con Jean Valjean, de Los Miserables, por más que no tengo nada de él, con los hombres comunes y asfixiados de la literatura de Richard Yates, con cada personaje de Carson Mc Cullers. Con miles. Miles. Todos están en todos.

¿Qué autores nos recomendás?

Los antedichos, sin duda. Y a eso le sumamos: Agota Kristof, por supuesto, William Goyen, Daniel Moyano, y acepto, de hecho, recomendaciones para mí.

jueves, 15 de febrero de 2018

Preguntas a Ale Decurgez


¿Por qué elegiste dedicarte a la escritura?


No sé si diría que se trató de una decisión, más bien de una necesidad muy profunda, que me constituye desde la infancia. Sí hubo un momento bisagra para mí en cuanto a la escritura como profesión, que se produjo después de recibirme de psicóloga, en 2010. Entonces, sentí que ya había cumplido con las demandas familiares y sociales, y me abracé a mi deseo, me embarqué con más libertad y mayor compromiso a escribir y a formarme como escritora.

¿Qué nos podés contar sobre tu último libro?

Mis Muertos Amarillos, publicada por Peces de Ciudad, es una novela corta que algunos catalogan como de terror psicológico. La escribí especialmente para Peces y fue una experiencia desafiante, maravillosa y atemorizadora a la vez, ya que se trata de mi primera novela y, además, de lo primero que escribo fuera del dominio de la ciencia ficción, género en el que siempre me sentí muy cómoda.
Mis Muertos Amarillos es un libro introspectivo, onírico, que acompaña a Dora, la protagonista, en la reconstrucción de los momentos importantes de su vida, los espacios y los instantes que condensaron sus expectativas y sus sueños. Mientras Dora recuerda y sueña, afuera, en la calle, la vida del barrio de Florida sufre su propia convulsión.

Y en estos días, Poe Kiddie Comicz publicó Esencial, un poemario ilustrado de material escrito y dibujado por mí cuando tenía 8 años.

¿Con qué personaje de ficción te identificás?

A riesgo de sonar poco original, pero sí muy fiel a mí misma y a la nena Alejandra que fui, diría que me identifico con Jo March, la hermana escritora de Mujercitas. No solamente porque Jo se dedica (y termina triunfando) en la escritura, sino por su modo apasionado de vivir, por el compromiso con sus afectos (¿quién podría olvidar el sacrificio que hace por su padre?) y porque, desde muy chica, urdir historias para entretener a sus hermanas le daba sentido a su vida.

¿Qué autores nos recomendás?

En el último año leí a Faulkner y a Carrére, dos autores con un enorme conocimiento de la naturaleza y la psicología humanas, que recomiendo no solamente a los lectores sino especialmente a los escritores. Recomiendo, también, a Neil Gaiman, tanto en su faceta narrativa como de guionista de historietas. A Leonardo Padura y toda su serie de Mario Conde y al guionista de True Detective, Nic Pizzolatto, que escribió una novela noir tremenda, Galveston. Aunque no he leído tanto de ellas, sugiero que lean a Claudia Aboaf y a Yamila Begné, que escriben con un maravilloso registro poético.

lunes, 12 de febrero de 2018

Preguntas a Miguel Sardegna



¿Por qué elegiste dedicarte a la escritura?

Siempre supe que escribir era lo que quería hacer en mi vida. Aunque no siempre tuve el coraje de darle el lugar que le correspondía. Cada tanto lo olvido y entonces dedico un año y medio a hacer un posgrado en derecho público. Vaya a saber para qué. Trabajo de abogado para ganar tiempo, que es imprescindible para escribir.

¿Qué nos podés contar sobre tu último libro?

Hojas que caen sobre otras hojas (Conejos, 2017) es un libro de cuentos japoneses. Viajé dos veces a Japón, estudio japonés hace muchos años, por algún tiempo di clases de literatura japonesa en la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA. Todo eso fue a parar al libro. Me gusta pensar que es un libro de cuentos japoneses, aunque atravesados por una visión occidental. Japón como una excusa para hablar de lo que nos pasa acá, a nosotros.

¿Con qué personaje de ficción te identificás?

Con Henry Bemis, el protagonista de un capítulo de La dimensión desconocida, una de las mejores series que se han hecho jamás. Tiene adaptaciones de cuentos de Rod Serling, Richard Matheson, Ray Bradbury, Charles Beaumont.  Quizás el nombre Henry Bemis no les diga nada, pero cuando les cuente el capítulo seguro que más de uno se acuerda.
En “Tiempo suficiente al fin” (“Time Enough at Last”, 1953), Herny Bemis es empleado de un banco y aprovecha cualquier instante libre para leer. Llega al extremo de encerrarse en la bóveda con sus amados libros. Así transcurren sus almuerzos, por ejemplo. Sus anteojos, bien gruesos, delatan su manía lectora. En algún momento nos lo muestran a Bemis palpando a ciegas los muebles en busca de sus anteojos, pobre, que no sabe dónde dejó. Ah, pero lo vemos y sabemos que valió la pena: ese hombre es feliz entre libros, aunque lo atormenta saber que no le alcanza la vida para leer todo lo que quiere leer.
Un elemento más, que termina de enamorarnos: el papel de Herny Bemis es interpretado por Burgess Meredith, el Pingüino en la serie clásica de Batman.  O Mickey en Rocky.
De pronto, se escucha una explosión. Bemis sale de la bóveda, sujetando un libro, y descubre que el mundo colapsó. Él es el último hombre sobre la Tierra. ¿Qué hace ahora? ¿Cómo se toma el fin del mundo? Va a la Biblioteca Nacional, franquea escombros y paredes derruidas, y vuelve a salir cargado de libros. Ahí mismo, en la entrada, arma prolijas pilas que identifica por meses: todo esto para enero, esto para febrero, esto otro para marzo. Se nota su cara de felicidad. Al fin la vida lo recompensa con el tiempo que necesita. Pero entonces tropieza y se da la cabeza contra el piso. Se le parten en dos los lentes de los anteojos. Los últimos anteojos que quedan en el mundo.

¿Qué autores nos recomendás?

Estoy leyendo con mucho placer Circular con precaución, de Luis Cattenazzi. Un libro de cuentos que obtuvo una mención especial en la última edición del concurso de la Editora Municipal de Bariloche. “Viento blanco”, uno de los cuentos del volumen, fue recientemente grabado para los Audiocuentos de la Nueva Narrativa Argentina.
Es un libro difícil de conseguir, yo me tuve que venir a Bariloche a recibirlo en la mano. Pero creo que la recomendación vale igual porque si les entusiasma la idea pueden ir por el libro anterior de Cattenazzi, que editó Interzona. Se titula A ciencia incierta, ganó el Primer Premio en alguna edición más o menos reciente del FNA.
Recomiendo dos autores más, también argentinos: Martín Sancia Kawamichi y Alejandra Kamiya. Me gusta cómo cuentan Japón. El erotismo y desenfreno de Sancia, con sus alusiones veladas al Libro de la almohada, quizás uno de los clásicos japoneses más bellos; y la nostalgia contenida de Kamiya en Los árboles caídos también son el bosque. Miren qué belleza el título de Kamiya. Y no se trata de una excepción, sus cuentos están llenos de hallazgos felices. Guardo como un grato recuerdo la historia de cómo dio con ese título para su libro, que ella misma me contó.
Llegado a este punto, necesito hablarles de mi último descubrimiento japonés: Hiromi Kawakami. Lean Los amores de Nishino, es una novela preciosa.

jueves, 8 de febrero de 2018

Preguntas a Tatiana Goransky



¿Por qué elegiste dedicarte a la escritura?

Porque, como decía Dorothy Parker, el aburrimiento se cura con la curiosidad y la curiosidad no se cura con nada. A mí la curiosidad me llevó a los libros y, ni bien me di cuenta que escribiendo se podían vivir mil vidas en una, me dio mucha ilusión imaginar un transcurrir aventurero.

¿Qué nos podés contar sobre tu último libro?

Que es una búsqueda del silencio a través del amor. La historia de una generación de mujeres con el don de emitir música o vivir la vida con un mutismo responsable. Una reflexión sobre la falta de privacidad. Una investigación sobre las herencias genéticas. Un humilde tratado sobre la evolución de la especie en tiempos de ruido.

¿Con qué personaje de ficción te identificás?

Con Alicia, siempre con Alicia.

¿Qué autores nos recomendás?

Me salteo los clásicos y los nombres que circulan más a menudo así, con suerte, puedo aportar algo distinto a la biblioteca: Tom Stoppard, Cristina Peri Rossi, William Kotzwinkle, Miguel Prenz, Jean Genet, David Toop, Hugo Salas. Son autores que abordan géneros diversos (dramaturgia, poesía, narrativa, crónica, ensayo) de los cuales, tal vez, leí sólo uno o dos libros, pero me marcaron.  


lunes, 5 de febrero de 2018

Preguntas a Angie Pagnotta


¿Por qué elegiste dedicarte a la escritura?

Creo que no fue una elección que haya tomado conscientemente, más bien la escritura me fue atravesando año tras año. Siempre tuve la aspiración de leer y escribir porque allí residía una parte especial de mis días, algo así como un refugio que para otros puede ser pintar, escuchar música o salir a andar en bicicleta. Mientras estudiaba periodismo supe que el ambiente gráfico iba a ser mi lugar y, en paralelo, la escritura siempre estuvo ahí, acompañándome, latiendo más allá de mis ganas. Hoy más que nunca es una decisión constante y ahora sí, con el correr de los años, se convirtió en elección, una elección diaria que me transporta a uno de los mejores lugares en los que puedo estar.

¿Qué nos podés contar sobre tu último libro?

“Memoria de lo posible” (Peces de Ciudad, 2017) es una compilación de relatos breves que ahondan principalmente las emociones, sentimientos y los recuerdos de sus personajes. Se repiten ciertas obsesiones, ciertos patrones y en cada narrador hay un interés buscado en lograr un diálogo interno entre el lector y los personajes, algo así como un poder especial que hace que el lector vivencie lo que el personaje siente o piensa. Me interesaba ese juego y creo que, en ciertos momentos, está logrado. También me interesaba escribir sobre la construcción de la memoria y de cómo muchas cosas que creemos son, en realidad, ficciones que nos inventamos para poder sobrevivir de nosotros mismos.

¿Con qué personaje de ficción te identificás?

En general me identifico con personajes viscerales, esos que van de un extremo a otro intentando encontrar un equilibrio que, aparentemente y por momentos, está perdido. Se me viene a la mente Blanca, la protagonista de “También esto pasará” de Milena Busquets, Gabriel Reyes de “La ley de la ferocidad” de Pablo Ramos o Angela de “Un soplo de vida” de Clarice Lispector. Personajes pasionales, puramente pasionales.

¿Qué autores nos recomendás?


Abelardo Castillo, Pablo Ramos, Clarice Lispector, Raymond Carver, Paul Auster, J. M Coetzee, Samanta Schweblin, Martín Sancia Kawamichi, David Foster Wallace, Roberto Bolaño, Liliana Heker, Juan Rulfo, Italo Calvino, Marguerite Duras y la lista podría seguir bastante más.

jueves, 1 de febrero de 2018

Preguntas a Susana Biset


¿Por qué elegiste dedicarte a la escritura?

Porque desde muy pequeña, de mi abuela y padre absorbí la costumbre de contar cuentos. Entonces, de ahí a escribirlos había un solo paso. Además, es mi terapia, en las historias que relato, descargo todas mis inquietudes, temores y alegrías.

¿Qué nos podés contar sobre tu último libro?

Es la historia que más se parece a mí; llena de aventuras, romance e intrigas mantiene al lector con el corazón en la boca, a punto de saltar. Demonio de los Mares es un corsario justo y bravo, que no le teme a nada ni nada lo detiene, salvo el amor. Y el penúltimo libro que publiqué es Inocencia. Con mucho suspenso y extrema ternura, una historia que habla sobre el "Yo puedo".

¿Con qué personaje de ficción te identificás?

¡Ah, sonamos! Ahora delato mi alma de niña; me identifico con Tarzán, Indiana Jones, Sandokan y tantos otros que nos entretuvieron y nos  llenan el espíritu de aventuras.

¿Qué autores nos recomendás?


En el programa de televisión donde participo mensualmente suelo recomendar libros; me parecen excelentes Gloria Casañas, Cristina Bajo, Adriana Hartwig, Kate Morton, Laura Kinsale, Julie Kenner, Lola Nieva, Paula Hawkins…