¿Por qué elegiste dedicarte a la escritura?
Siempre supe que escribir era
lo que quería hacer en mi vida. Aunque no siempre tuve el coraje de darle el
lugar que le correspondía. Cada tanto lo olvido y entonces dedico un año y
medio a hacer un posgrado en derecho público. Vaya a saber para qué. Trabajo de
abogado para ganar tiempo, que es imprescindible para escribir.
¿Qué nos podés contar sobre tu último libro?
Hojas que caen sobre otras hojas (Conejos, 2017) es un libro de cuentos japoneses. Viajé dos veces a
Japón, estudio japonés hace muchos años, por algún tiempo di clases de
literatura japonesa en la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA. Todo eso fue
a parar al libro. Me gusta pensar que es un libro de cuentos japoneses, aunque
atravesados por una visión occidental. Japón como una excusa para hablar de lo
que nos pasa acá, a nosotros.
¿Con qué personaje de ficción te identificás?
Con Henry Bemis, el
protagonista de un capítulo de La
dimensión desconocida, una de las mejores series que se han hecho jamás. Tiene
adaptaciones de cuentos de Rod Serling, Richard Matheson, Ray Bradbury, Charles
Beaumont. Quizás el nombre Henry Bemis
no les diga nada, pero cuando les cuente el capítulo seguro que más de uno se
acuerda.
En “Tiempo suficiente al fin”
(“Time Enough at Last”, 1953), Herny Bemis es empleado de un banco y aprovecha
cualquier instante libre para leer. Llega al extremo de encerrarse en la bóveda
con sus amados libros. Así transcurren sus almuerzos, por ejemplo. Sus
anteojos, bien gruesos, delatan su manía lectora. En algún momento nos lo
muestran a Bemis palpando a ciegas los muebles en busca de sus anteojos, pobre,
que no sabe dónde dejó. Ah, pero lo vemos y sabemos que valió la pena: ese
hombre es feliz entre libros, aunque lo atormenta saber que no le alcanza la
vida para leer todo lo que quiere leer.
Un elemento más, que termina
de enamorarnos: el papel de Herny Bemis es interpretado por Burgess Meredith,
el Pingüino en la serie clásica de Batman. O Mickey en Rocky.
De pronto, se escucha una
explosión. Bemis sale de la bóveda, sujetando un libro, y descubre que el mundo
colapsó. Él es el último hombre sobre la Tierra. ¿Qué hace ahora? ¿Cómo se toma
el fin del mundo? Va a la Biblioteca Nacional, franquea escombros y paredes
derruidas, y vuelve a salir cargado de libros. Ahí mismo, en la entrada, arma prolijas
pilas que identifica por meses: todo esto para enero, esto para febrero, esto
otro para marzo. Se nota su cara de felicidad. Al fin la vida lo recompensa con
el tiempo que necesita. Pero entonces tropieza y se da la cabeza contra el
piso. Se le parten en dos los lentes de los anteojos. Los últimos anteojos que
quedan en el mundo.
¿Qué autores nos recomendás?
Estoy leyendo con mucho placer
Circular con precaución, de Luis
Cattenazzi. Un libro de cuentos que obtuvo una mención especial en la última
edición del concurso de la Editora Municipal de Bariloche. “Viento blanco”, uno
de los cuentos del volumen, fue recientemente grabado para los Audiocuentos de
la Nueva Narrativa Argentina.
Es un libro difícil de
conseguir, yo me tuve que venir a Bariloche a recibirlo en la mano. Pero creo
que la recomendación vale igual porque si les entusiasma la idea pueden ir por
el libro anterior de Cattenazzi, que editó Interzona. Se titula A ciencia incierta, ganó el Primer
Premio en alguna edición más o menos reciente del FNA.
Recomiendo dos autores más,
también argentinos: Martín Sancia Kawamichi y Alejandra Kamiya. Me gusta cómo
cuentan Japón. El erotismo y desenfreno de Sancia, con sus alusiones veladas al
Libro de la almohada, quizás uno de
los clásicos japoneses más bellos; y la nostalgia contenida de Kamiya en Los árboles caídos también son el bosque.
Miren qué belleza el título de Kamiya. Y no se trata de una excepción, sus
cuentos están llenos de hallazgos felices. Guardo como un grato recuerdo la
historia de cómo dio con ese título para su libro, que ella misma me contó.
Llegado a este punto, necesito
hablarles de mi último descubrimiento japonés: Hiromi Kawakami. Lean Los amores de Nishino, es una novela
preciosa.
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