viernes, 16 de marzo de 2018

Preguntas a Pablo Martínez Burkett



¿Por qué elegiste dedicarte a la escritura?

La verdad es que me hubiera encantado tener una epifanía que me llevara a elegir. Será por obtuso, pero a mí nunca me sucedió. Así que más que una elección fue una suerte de deslizamiento natural. Soy un lector con voracidad troglodita. Y desde muy chico acumulo libros y más libros. Así que empecé a contar mis propias historias, al principio por un deseo de emulación y más tarde, buscando mi propia voz. Ojalá algún día lo logre.

¿Qué nos podés contar sobre tu último libro?

El último es MONDO CANE. Lo publicó la Editorial Muerde Muertos hacia finales de 2016. Es una compilación de 60 relatos cortitos que salieron en la Revista miNatura de España durante los últimos 10 años. Son cuentos fantásticos, de terror y ciencia ficción oscura. Quizás sea el mejor catálogo de mis obsesiones en torno a una realidad oscilante. En el año de su publicación quedó cuarto como “mejor libro de cuentos del año”, algo que me llenó de gratitud (y perplejidad). Aún hoy me siguen llegando fotos y comentarios de lectores agradecidos. Sospecho que me va a costar mucho despegarme emocionalmente de Mondo Cane porque no cesa de darme alegrías.

¿Con qué personaje de ficción te identificás?

Hay días que me siento el Capitán Ahab (Moby Dick) y su cruzada personal hasta las últimas consecuencias. Otras, siento que soy el capitán Irineo Morris (La trama celeste) que se extravió entre mundos alternos. Otras, el Gato de Cheshire (el felino funámbulo de Alicia). Otras, el relator que entrevió el horror primero de La llamada de Cthulhu y siente la obligación de contarlo. Varía según la ocasión o la lectura. Identificarse con un personaje ficticio es un buen atajo para justificar un caso severo de múltiple personalidad que, al final de cuentas, es más o menos lo que padecemos todos los escritores, porque tenemos que sentir con nuestros personajes para luego intentar transmitir ese sentimiento a los lectores.

¿Qué autores nos recomendás?

Ya lo decían los romanos: “clásico es lo bueno que perdura”. Así que recomiendo los clásicos como Lovecraft o Poe; Borges o Bioy; Piglia o Walsh, Arlt o Cortázar. Pero quisiera atraer la atención sobre la nueva ola de escritores argentinos donde hay un registro para cada gusto. Toda gente muy talentosa que va a nutrir tu imaginación, interrogar tus perspectivas y, sobre todo, comprometer tus emociones. Esa es mi mejor recomendación.

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