viernes, 5 de enero de 2018

Preguntas a Flavia Pantanelli


¿Por qué elegiste dedicarte a la escritura?

Yo decidí que escribir era lo que quería hacer en el resto de mi vida hace relativamente poco, seis años más o menos. En mi caso fue una vocación tardía. Encontré que escribir me permite hacer letra las cosas que me toman el cuerpo, que me atenazan la cabeza. Las escribo y ya no son mías, las pongo en el papel y ya son otra cosa, ya son exterioridad. Todo lo que se me clava como una astilla y no me suelta, toda la rumia, todo el dolor o la indignación o la melancolía o la hilaridad, todo eso puedo hacerlo letra y ese barro usarlo de materia prima para escribir. Yo no escribo nunca sobre mí. No hago autobiografía ni textos de opinión. Hago ficción. Ficción pura si es que eso es posible, y sin embargo el material que uso es la experiencia, trozada, molida, amasada y vuelta a moldear. Para mí escribir no es sacrificado, no es sufriente, no es un oficio y no es un trabajo. Escribir para mí es algo gozoso y liberador. Es compulsivo y liberador. Es inestable, intermitente, revoltoso,  dionisíaco y por eso mismo, liberador. Es hacer con lo más oscuro que tengo, un tejido. Y después cortarlo, coserlo. Y recién después, bordarlo acá y allá. Y si hace falta, plancharlo un poco. Y finalmente colgarlo de una cuerda al sol.

¿Qué nos podés contar sobre tu último libro?

Mi último libro El extraño lenguaje de las casas fue premiado en México en el concurso de la Universidad Autónoma del Estado de México. Y fue publicado por la editorial de la Universidad. Todavía no tuve la dicha de tener un ejemplar en la mano pero ya vi fotos del libro expuesto en la Feria del libro de Toluca y en la Feria del libro de Guadalajara y otros lados de México y quedó precioso. Yo soy cuentista y este, como todos los otros míos, es un libro de cuentos con un eje en lo temático más que en lo estilístico. En este caso  el eje no es el abuso como en los anteriores, sino las ocultaciones, lo dicho a medias, los secretos a voces, lo soterrado. Es un libro que me gustó mucho armar y que me dio esta hermosa sorpresa de la UAEMex, que me trató con el mayor respeto y cariño y yo les estoy tremendamente agradecida. Es el voto de confianza y el espaldarazo más importante que tuve para mi escritura. Eso que te dice, nena, seguí.

¿Con qué personaje de ficción te identificás?

Bueno, yo soy una persona que está siempre un poco fuera de lugar en todos lados, siempre pertenezco un poco pero no completamente, siempre adentro y afuera al mismo tiempo o ni adentro ni afuera, bajo el dintel, digamos. En esa delgada línea. Con un pie en ambos lados, por las dudas. Como tal me identifico con personajes así, un poco Jane Eyre, por ej. Un poco  El principito, de Exupery. Pero poco. Tampoco es una identificación total con un personaje determinado. Algunos rasgos, digamos, acá y allá, de un tipo de personaje, el de un cierto desclase, del que mira todo un poco de afuera porque por más que busca, no pertenece de derecho pleno a ningún lado. Es una posición que tiene sus desventajas pero también tiene sus ventajas. La de poder mirar. No tiene el glamour del protagonismo. Ni su brillo ni su charme. Pero tiene la ventaja del flanneur, del que pasa y ve. No busca nada y no se implica como el voyeur, solamente pasa como un desarraigado y sin embargo está ahí justo en el momento para ver. Dicen los que saben que desde una habitación iluminada no puede verse lo que hay el la de al lado, a oscuras. Sin embargo desde la habitación a oscuras puede verse a la perfección lo que pasa en la de al lado, bien iluminada. Con ese material, robado un poco, si se quiere, es con el que escribo.

¿Qué autores nos recomendás?

Tengo mis autores que me tocaron  de un modo inolvidable. Vasconcelos. Calvino. Lispector. Todo absolutamente todo de Tabucchi, de Buzzati y de Papini. Silvina Ocampo.  Claire Keegan. Cortázar y Saer son los autores a los que vuelvo más, quién sabe por qué. Alda Merini.
Contemporáneos y argentinos Hebe Uhart.  Alinovi. Ana Ojeda. Bitar. Bellomo. Consiglio. Maria Rosa Lojo. Muzzio. Desiderio.

Y del catálogo de Modesto Rimba me  gusta tanto Hugo Correa Luna (enorme enormísima su novela Los árboles), de Graciela Ballestero (impecable autora Rosarina),  Ana Ojeda, Ismael Cuasnicú (recuerden bien ese nombre), Osvaldo Bossi, y  Mercedes Roffé.

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