¿Por qué elegiste dedicarte a la escritura?
La escritura me eligió a mí,
podría decir. Siempre escribí y creo que siempre lo seguiré haciendo, aun sin
papel, lápiz o computadora. No hago más que escribir historias en mi cabeza.
¿Qué nos podés contar sobre tu último libro?
El río cuenta la historia de Horacio, Helena y Juan, cuyas vidas y destinos están
atravesadas por la presencia del río Paraná. Antes de morir, Helena le
pide a su hijo un último deseo: volver a su pueblo natal. Así es como Horacio remonta el río,
desde el Delta de Tigre hasta Trinidad, punto fronterizo entre las provincias
de Entre Ríos y Corrientes. En el transcurso de ese viaje, se cuenta como
segunda historia la de sus padres: Helena y Juan, historia de la que el propio
Horacio sabe poco y nada. El río es
una novela sobre la espera, la identidad, los encuentros y desencuentros.
¿Con qué personaje de ficción te identificás?
Elijo dos: Natasha Rostov, de Guerra y Paz, de Tolstoi; y Tamar, la
protagonista de Llévame contigo, de
David Grossman.
¿Qué autores nos recomendás?
Me gusta mucho la obra de
Conti, Rulfo, Duras, Roth, Cheever, Wolf, Tolstoi, Saccomanno, Levrero,
Coetzee, Heker, Kohan.
Las novelas: Tres veces luz, de Juan Mattio; Simone, de Eduardo Lalo; De carne y hueso, de Michael Cunningham,
La pieza de fondo, de Eugenia Almeida, Stoner,
de John Williams, Formas de volver a casa,
de Alejandro Zambra.
Los cuentos de Alice Munro,
Mariana Enriquez, David Poissant, María Lobo.
Dos joyitas que cruzan
poesía y narrativa: El sol detrás del
limonero, de Ángela Pradelli y Delta,
de Fedra Spinelli.
Y todas las novelas y
ensayos de David Grossman, inmenso escritor israelí.
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