¿Por
qué elegiste dedicarte a la escritura?
No
sé si fue una elección. Lo vivo más como algo de lo que no pude sustraerme. Una
suerte de imposición, como esas cosas que simplemente suceden, sin que puedas
negarte. A veces creo que influyó una cierta devoción por la lectura, una
cierta necesidad de decir y una imposibilidad de decir como no fuera con
palabras: dibujo y pinto horriblemente, mi oído es pobre para la música, nunca
cultivé la danza y, en cambio, el lenguaje siempre me produjo fascinación. Creo
que es eso. La fascinación: esa alucinación que te llama, irrevocable; ese
asombro tan inútil y tan imprescindible.
¿Qué
nos podés contar sobre tu último libro?
Nunca
sé mucho qué decir respecto de mis propios textos. El último libro publicado es
una novela, se llama Como si existiese el perdón y fue editado por Metalúcida.
Quizás sea una novela sobre la desolación. Ahora, en marzo, saldrá un libro de
cuentos, por Tusquets. Se llama Cenizas de carnaval. Es probable que sean
textos sobre la ausencia, o sobre los efectos de la ausencia, o sobre la
inermidad.
¿Con
qué personaje de ficción te identificás?
No
suelen ocurrirme procesos de identificación con los personajes, mientras leo.
Me pasa, más bien, que siento empatía con algunos narradores. O con la
gramática de algunos narradores. Se me vienen, ahora, a la cabeza, algunos
narradores de Stanislaw Lem, de Thomas De Quincey, de Lobo Antúnes, de Salvador
Benesdra, de K. Toole, de Marcelo Cohen. Pero es eso: una suerte de empatía con
las voces, con sus giros y sus maneras, o con sus miradas. Algo de eso, que me
llama.
¿Qué
autores nos recomendás?
Es
tan difícil recomendar. Las experiencias de lectura son tan singulares que las
imagino intransferibles. Puedo, sí, decir con quiénes fui feliz. Fui feliz, por
ejemplo, con Lem, con Nabokov, con Yourcenar, con Duras, con Onetti, con
Levrero, con Pessoa, con Chico Buarque, con Quignard, con Nietszche, con De
Quincey, con Bolaño, con Rulfo, con Marcelo Cohen, con Lispector, con
Vila-Matas, con Lobo Antúnes. De lecturas recientes, con Mariano Quirós, con
Yamila Bégnê, con Debret Viana, con Hernán Ronsino, con Ariana Harwicz, con
Pablo Katchadjian, con Matías Aimino, con Sergio Dubcovsky, con Juan Forn, con
Santiago Alassia, con Eduardo Lalo, con Mauro Libertella, con Luis Chitarroni, con
Estevão Azevedo, con Jean Starobinski, con Gabriela Cabezón Cámara. Toda lista
es arbitraria y esta se me está haciendo un poco larga. En fin. Son caminos de
lectura, apenas.
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