jueves, 1 de marzo de 2018

Preguntas a Mariana Travacio



¿Por qué elegiste dedicarte a la escritura?

No sé si fue una elección. Lo vivo más como algo de lo que no pude sustraerme. Una suerte de imposición, como esas cosas que simplemente suceden, sin que puedas negarte. A veces creo que influyó una cierta devoción por la lectura, una cierta necesidad de decir y una imposibilidad de decir como no fuera con palabras: dibujo y pinto horriblemente, mi oído es pobre para la música, nunca cultivé la danza y, en cambio, el lenguaje siempre me produjo fascinación. Creo que es eso. La fascinación: esa alucinación que te llama, irrevocable; ese asombro tan inútil y tan imprescindible.

¿Qué nos podés contar sobre tu último libro?

Nunca sé mucho qué decir respecto de mis propios textos. El último libro publicado es una novela, se llama Como si existiese el perdón y fue editado por Metalúcida. Quizás sea una novela sobre la desolación. Ahora, en marzo, saldrá un libro de cuentos, por Tusquets. Se llama Cenizas de carnaval. Es probable que sean textos sobre la ausencia, o sobre los efectos de la ausencia, o sobre la inermidad.

¿Con qué personaje de ficción te identificás?

No suelen ocurrirme procesos de identificación con los personajes, mientras leo. Me pasa, más bien, que siento empatía con algunos narradores. O con la gramática de algunos narradores. Se me vienen, ahora, a la cabeza, algunos narradores de Stanislaw Lem, de Thomas De Quincey, de Lobo Antúnes, de Salvador Benesdra, de K. Toole, de Marcelo Cohen. Pero es eso: una suerte de empatía con las voces, con sus giros y sus maneras, o con sus miradas. Algo de eso, que me llama.

¿Qué autores nos recomendás?

Es tan difícil recomendar. Las experiencias de lectura son tan singulares que las imagino intransferibles. Puedo, sí, decir con quiénes fui feliz. Fui feliz, por ejemplo, con Lem, con Nabokov, con Yourcenar, con Duras, con Onetti, con Levrero, con Pessoa, con Chico Buarque, con Quignard, con Nietszche, con De Quincey, con Bolaño, con Rulfo, con Marcelo Cohen, con Lispector, con Vila-Matas, con Lobo Antúnes. De lecturas recientes, con Mariano Quirós, con Yamila Bégnê, con Debret Viana, con Hernán Ronsino, con Ariana Harwicz, con Pablo Katchadjian, con Matías Aimino, con Sergio Dubcovsky, con Juan Forn, con Santiago Alassia, con Eduardo Lalo, con Mauro Libertella, con Luis Chitarroni, con Estevão Azevedo, con Jean Starobinski, con Gabriela Cabezón Cámara. Toda lista es arbitraria y esta se me está haciendo un poco larga. En fin. Son caminos de lectura, apenas.


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