viernes, 15 de diciembre de 2017

Preguntas a Cristian Acevedo


¿Por qué elegiste dedicarte a la escritura?

Creo que hay dos razones. La primera es la que nos encontramos con mayor frecuencia: sencillamente por amor a la lectura. Es decir, por amor a las historias, pero también por la curiosidad que me generaba ese otro acto íntimo, que es el de la escritura. La imagen del escritor (imagen falsa, lo sé, pero así lo imaginaba yo), encerrado en un cuarto penumbroso y solitario, abarrotado de tabaco y whisky, intentando pasar al papel las historias que se le iban ocurriendo, me atraía más que ninguna otra cosa.
La segunda es incluso más infantil. De chico soñaba con ser tres cosas: detective, arqueólogo y superhéroe. De adulto descubrí que no sería ninguna de las tres. Pero también de adulto comprendí que podía ser las tres cosas. Que siendo escritor podía ser lo que quisiera. Así fue como me convertí en Philip Marlowe, en Indiana Jones, en Batman. Así fue como me decidí (me resigné) a ser escritor.

¿Qué nos podés contar sobre tu último libro?

Tengo que mencionar dos, porque salieron simultáneamente: Sommelier de infiernos (Baltasara Editora) y Matilde debe morir (Editorial Bärenhaus). El primero es un libro de cuentos de terror; el segundo, una novela que, si tuviera que definirla, diría que se ubica en algún punto de tensión entre la novela experimental y la novela policial. Pero mejor sería hablar de mi más reciente novela: Lo no escrito (de aquellos días oscuros), que sigue inédita pero que me ha dado tantas o más satisfacciones que todo lo anterior. Es la historia de un escritor que está bloqueado y que ha dejado su novela por la mitad, al que se le aparece el personaje principal de esa novela inconclusa, para reclamarle que siga escribiendo. Para reclamarle eso y mucho más. Y no sólo él se le aparece, claro. Habrá otros que, acaso con distintas motivaciones, irán engordando la trama. Lo no escrito mantiene, o intenta mantener, la duda: ¿es el personaje quien reactiva la trama al aparecérsele a su propio creador, o es el escritor quien, retomando la escritura, reanima a su hasta entonces estático personaje?
Esa pregunta estará latente. Y acaso no se responderá nunca.

¿Con qué personaje de ficción te identificás?

De un tiempo a esta parte, fui descubriendo que me identifico demasiado con Wilbur Redondo (el protagonista de mi novela inédita). Parece una respuesta cómoda y vanidosa, pero diría que es todo lo contrario. Wilbur (y sus vicisitudes) fue creado a partir de las diferencias: nada más lejano a la autobiografía había al momento de su creación, y sin embargo este último tiempo no hago más que encontrar semejanzas, que a la vez me divierten y a la vez me asustan.

¿Qué autores nos recomendás?

Evito nombrar a los inevitables (Poe, Quiroga, Chejov, Cortázar) y postulo los que leí o releí hace poco y que me dieron momentos gratificantes y que todavía perduran en la memoria (esa permanencia en el recuerdo sin dudas es un indicio de buena literatura):
·        Los que matan el tiempo y lloran su entierro, de Pablo Laborde.
·        Mac y su contratiempo, de Enrique Vila-Matas.
·        Como si existiese el perdón, de Mariana Travacio.
·        Museo de la novela de la Eterna, de Macedonio Fernández.
·        Diario de la Bestia, de Omar Weiler.
·        Misery, de Stephen King. Pero también El resplandor y Cementerio de animales y El umbral de la noche.
·        La mujer que escribió Frankenstein, de Esther Cross.
·        Distancia de rescate, de Samanta Schweblin.


No hay comentarios:

Publicar un comentario